El coche autónomo y las bicicletas

El coche autónomo y las bicicletas

04/09/2018 Desactivado Por Smooth Operator

En la actualidad en las calles de las ciudades conviven cada vez más bicicletas, coches y están surgiendo nuevos medios de transporte, como los patinetes eléctricos. Los conductores deben estar muy atentos para evitar accidentes, y aún así ocurren, por lo que resulta fácil imaginar lo complejo que puede resultar esa misma situación para la inteligencia artificial que guía a los coches autónomos. Vemos cómo todo va hacia el coche autónomo y/o eléctrico y aún hay muchas dudas respecto a esta tecnología.

A medida que pasa el tiempo se están desarrollando cada vez mejores algoritmos y métodos informáticos para que los coches autónomos puedan actuar correctamente, aunque eso no les libra de tener accidentes en las fases de prueba.

Hay que recordar que hay distintos niveles de conducción autónoma, y son los siguientes:

-Nivel 0:  No hay ningún asistente de conducción autónoma.

-Nivel 1:  El coche tiene sistemas de asistencia a la conducción; control longitudinal o lateral.

-Nivel 2: El coche tiene sistemas de asistencia a la conducción más avanzado que nivel 1, pero sigue siendo control longitudinal y lateral.

-Nivel 3: El coche tiene una conducción semi-autónoma; el conductor debe mantener siempre la atención pero puede soltar el volante y los pedales en ciertas situaciones.

-Nivel 4: El coche tiene una conducción semi-autónoma; el conductor puede dejar de prestar atención y soltar los controles en ciertas situaciones.

-Nivel 5: El coche tiene una conducción completamente autónoma; el conductor no es necesario.

Los coches autónomos son capaces de circular sin demasiados problemas gracias al procesamiento de lo que ven sus cámaras y los datos que recoge el LIDAR (una especie de radar láser), los mapas detallados de las calles y diversos sensores de proximidad. Además de reconocer los carriles y al resto de vehículos interpretan también las señales de tráfico, los semáforos e incluso las acciones de los peatones, prediciendo su probable comportamiento.

Pero los ingenieros tienen un buen dolor de cabeza cuando tratan de crear un modelo matemático del escenario completo en tiempo real. Por un lado este algoritmo debe reconocer todos los vehículos independientemente de su tamaño, forma y color: coches, autobuses, motos, furgonetas, camiones, bicicletas… sin olvidar claro a los peatones, que aunque suelen circular por la acera también cruzan las calles o pueden aparecer de forma imprevista. Lo tienen mucho mas fácil en las carreteras despejadas de las carreras de coches autónomos Roborace.

Pero los ingenieros están teniendo serios problemas sobre todo con el vehículo más vulnerable: las bicicletas: su tamaño pequeño, sus movimientos zigzagueantes, su velocidad variable, aumentan la gran complejidad. Y no acaba ahí, la cosa empeora por el hecho de que aparecen de ninguna parte, al cambiar de los carriles principales a los carriles bici o de las aceras a la carretera. Todo esto hace muy difícil detectarlas, clasificarlas y predecir su comportamiento. La complejidad del asunto aumenta porque el análisis de una bicicleta no muestra claramente un patrón, si circula en un sentido o en el contrario: a veces se sabe que una bicicleta está ahí, pero no hacia dónde va a moverse de forma natural.

No obstante estas dificultades no hacen que los sistemas actuales dejen de ser útiles. Reconocer correctamente las bicicletas en un porcentaje alto de ocasiones es suficiente para una conducción segura, ya que no es el único dato que se tiene en cuenta. Si al reconocimiento se le añaden los datos de los sensores de proximidad y se siguen las normas de circulación segura (incluyendo interpretar correctamente las señales) su efectividad y seguridad es mucho mayor.

Los coches autónomos no son todavía demasiado buenos detectando las bicicletas en condiciones complejas (como ocurrió en el accidente de Uber), pero por otro lado son buenos evitando los puntos ciegos y también algunos problemas como podrían ser las aperturas de puertas que derriban a los ciclistas, o los impactos por alcance (gracias a las cámaras o el LIDAR, que no precisan de buena visibilidad).

Sin duda la inteligencia artificial y los “reflejos” de los coches autónomos, llegarán a ser tan buenos como los de los conductores humanos, por lo que en el futuro todos los tipos accidentes debería reducirse.

Pero los coches autónomos producen miedo a algunas personas, y aún no hemos hablado de ética. Un ejemplo sería en un hipotético accidente que no puede ser evitado, ¿Qué hará un coche autónomo: atropellará dos peatones para salvar la vida de su conductor o salvará dos vidas sentenciando al conductor?

El fabricante alemán Mercedes cuando empezó a investigar con coches autónomos despejó la duda cuando Christoph von Hugo, directivo de la marca, argumentó:

Si sabes que puedes salvar al menos a una persona, sálvala. Salva a la persona que está en el coche. Si de lo único que tienes seguridad es de que puedes prevenir esa muerte, esa debe ser tu prioridad.

Son palabras que hacen temblar a cualquiera, sobre todo a los peatones y ciclistas…